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REPORTAJE

El mercado de las drogas es un gran negocio que supone una quinta parte de los beneficios procedentes de las actividades delictivas en todo el mundo. Se estima que, en Europa, estas actividades representan entre un 0.1 y 0.6 del PIB de los ocho estados miembros, así lo recoge el Informe sobre los mercados de drogas en la UE del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías relativo al año 2016.

Según los cálculos de dicho informe, el mercado minorista de las drogas de la Unión Europea está valorado en 24 000 millones de euros como mínimo, situándose el mercado del cannabis en primera posición con un 38% del total, seguido del mercado de la heroína (28 %) y de la cocaína (24 %).

Sin duda estos datos revelan un problema mundial que, lejos de desaparecer, es cada vez más grande, ya que el mercado de la droga se reinventa buscando nuevas sustancias que sigan atrayendo a la gente a consumirla. Ante este problema, hay que buscar una solución. Hay quienes apuestan por una legalización de las drogas, una propuesta para la modificación de las leyes que actualmente criminalizan el consumo, suministro y producción de sustancias psicoactivas.

Los partidarios de la legalización basan su propuesta en dos motivos: el primero es la libertad de cada individuo a decidir qué quiere en su vida. El segundo motivo es que su propuesta serviría para erradicar el narcotráfico y las mafias asociadas a él. Sin duda, a priori parece una buena propuesta, pero ¿es realmente efectiva?

Ya hay algunos países como Holanda o California, entre otros, que han legalizado el uso de la marihuana y aunque les pareció una medida efectiva sus efectos negativos no tardaron en salir a luz. Al contrario de lo que se pretendía, ni el mercado negro ni los problemas asociados a él han desaparecido.

El 2 de marzo de 2018 Lioman Lima publicaba en BBC Mundo una pieza que titulaba así: “La policía de Holanda cree que el país se está convirtiendo en un "narcoestado" y qué hay de cierto en ello”. Según Lima, “el informe de la policía se basa en entrevistas a 400 detectives y otros agentes, quienes, según el texto, consideran que la delincuencia en todo el país experimenta una tendencia creciente”.

Lima afirma en la BBC que los policías de la NPB “consideraron que la libertad del consumo de marihuana en los conocidos coffee shops y la legalidad de la prostitución han incidido en la proliferación de pandillas y organizaciones delictivas a las que la policía no tiene la capacidad de responder”.

Holanda ha sido considerada referente en su laxitud en las normas antidrogas, de hecho, los coffee shops atraen gran parte del turismo, que siente curiosidad por estar en uno de ellos y poder consumir cannabis de forma libre. Sin embargo, al mismo tiempo, es uno de los principales países productores de drogas sintéticas a nivel mundial.

Según recoge el Informe Europeo sobre Drogas de 2016 del Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías las cargas más altas de MDMA en las aguas residuales se encontraron en ciudades de Bélgica y Holanda. La BBC también muestra en su mapa de la industria global del narcotráfico que Holanda es un importante productor de drogas sintéticas, como anfetaminas y Éxtasis.

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Intercambio de cocaína entre dos jóvenes / Paula Murillo

Además del problema de producir otras drogas, Holanda tiene una cuestión legal sin resolver en referencia a la legalización del cannabis, y es que la producción y distribución de esta droga sigue siendo ilegal, aunque tolerado. Esto ha permitido “el desarrollo de grupos de delincuencia organizada que han encontrado ahí un paraíso no solo para la producción ilegal de cannabis sino también para la producción ilegal de otras “drogas duras”, señala Pieter Tops, académico de la Universidad de Tilburg y profesor de la Escuela de Policía Holandesa, en declaraciones al medio alemán DW.

José Iglesias, teniente del Equipo de Drogas y Anticorrupción (EDOA) de la Guardia Civil afirma en declaraciones a este medio que España está vendiendo marihuana a Holanda. Además señala que Holanda no suele participar en Europol con el resto de países para atrapar organizaciones de narcotráfico de marihuana ya que “no les interesa”. “Solo participan si pueden recuperar algo del dinero que está moviendo esa organización” matiza Iglesias.

California, que también tiene legalizado el cannabis, es considerado el mayor productor de cannabis del mundo. Sin embargo, solo el 20% de las empresas tienen licencia. ¿Qué pasa entonces con el 80% restante? Corresponde al mercado negro, que no se vende solo en California, si no que la mayor parte es traficada a otros estados de forma ilegal.

Amaryllis Fox exanalista de la CIA en el documental de Netflix ‘El Negocio de los Estupefacientes’ destapa los problemas que sufre California con la legalización del cannabis, ya que las empresas que se dedican a esto necesitan una inversión muy alta para poder entrar en el negocio de manera legal y además no se les permite operar con entidades bancarias, de forma que todo el dinero que manejen tiene que ser en metálico. Esto hace que el gobierno no tenga seguimiento del dinero, favoreciendo el dinero negro.

A esta misma situación se enfrentan Uruguay y el resto de los países de América que tienen legalizada la marihuana o tienen previsión de hacerlo. El 12 de octubre de 2020. Mathías da Silva, escribía en La Diaria Economía que el sector del cannabis está “en el banquillo de los acusados” ya que los comerciantes no pueden abrir cuentas bancarias “ni operar en dólares, por lo que se ven obligados a explorar canales financieros alternativos”. Estas firmas son “rehenes” de una normativa de Estados Unidos que afecta a todo el mundo financiero, señaló la responsable en Uruguay de la compañía global de cannabis medicinal Khiron Life Sciences, Agustina Loinaz en declaraciones a Da Silva.

Hasta la fecha solo se ha legalizado la marihuana en algunos países, pero si se legalizara toda la droga nos enfrentaríamos a consecuencias realmente graves para la estructura financiera de los estados. El teniente del EDOA, José Iglesias, afirma que “el volumen de dinero del narcotráfico puede romper toda la estructura económica” y asegura que tal cantidad de dinero “te puede corromper prácticamente a quien quieras”.

 

Para entender mejor qué ocurriría si un país legalizara las drogas, Iglesias plantea un caso práctico: “Tú imagínate un pueblo donde haya un constructor que está haciendo edificios y está haciendo pisos. Ese señor tiene unos costes, unos gastos y un margen de beneficio, que es el que quiere obtener. Si un narco entra en la zona y se pone a invertir, su único interés es blanquear el dinero que le entra, ¿Qué hace? Construye pisos a precio de coste, incluso aunque pierda un poco de dinero. Con lo cual el constructor honrado que estaba dedicándose a eso tiene que irse o cerrar, porque el narco siempre va a vender los pisos a un precio mucho más económico que el que realmente se estaba dedicando a eso”.

Este problema lo recoge también el Informe Europeo sobre Drogas de 2016 del Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías, asegurando que el dinero ilegal que se obtiene del tráfico de drogas “repercute sobre la economía legal, puesto que para su blanqueo se adquieren empresas y activos de gran valor”.

En consonancia con el ejemplo propuesto por Iglesias, el citado informe explica que “estas «inversiones» distorsionan la economía real, con la consiguiente desventaja competitiva para las empresas y los consumidores legítimos. Las actividades delictivas de quienes participan en el mercado de las drogas también pueden afectar directamente a las empresas legales, al exponerlas al riesgo de ser asociadas a planes de blanqueo”. ​Además de los problemas financieros, Iglesias añade otros asuntos asociados al narcotráfico como problemas de salud pública o de seguridad ciudadana como homicidios.

 

El informe Europeo sobre Drogas señala también que “los delincuentes, especialmente los pertenecientes a GDO internacionales, tienen una gran capacidad de adaptación y son muchas las formas en las que los mercados de drogas y su participantes interactúan en otros ámbitos de actividad ilegal”. Asegura que se producen interacciones de este tipo en tres contextos distintos: el primero, cuando aquellos que trafican con droga lo hacen también con otras mercancías ilegales “como armas o tráfico ilícito de migrantes”. El segundo, cuando el comerciar con sustancias psicoactivas se utiliza con un fin distinto “como la financiación de otras actividades delictivas o del terrorismo, o el control de las personas explotadas”.

 

El tercer contexto se da cuando el narcotráfico “se encuadra en otra actividad delictiva, como cuando se obliga a las víctimas de la trata de seres humanos a participar en la producción y el tráfico de drogas; cuando se utiliza la corrupción para facilitar el tráfico; cuando se blanquean los beneficios del tráfico de drogas; cuando se recurre al blanqueo de capitales para pagar los suministros; o cuando se utiliza la violencia para mantener la posición en el mercado”.

Por tanto, aunque la legalización de las drogas parece una buena solución, una vez analizadas las cuestiones planteadas, sigue siendo una utopía para aquellos que justifican el consumo de drogas sin tener en cuenta las consecuencias de ello.

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